No
sentir dolor puede parecer una bendición, pero llega a ser letal para
quienes padecen este mal que, entre otro síntomas, provoca
insensibilidad al dolor. La enfermedad es causada por la mutación de un
gen y es una condición rara en la población general pero no en los
judíos asquenazí (descendientes de los judíos de Europa del Este), con
una incidencia estimada de 1 caso por cada 3700 personas. El mal hace
que sus víctimas sean excepcionalmente propensas a los accidentes,
porque simplemente no advierten los avisos comunes de dolor como
heridas, compresiones y quemaduras que nos mantienen alertas a nosotros.
Los niños más pequeños incluso olvidan expirar, llegando a la pérdida
del conocimiento, ya que contienen la respiración sin sentir la molestia
que los niños normales tendrían. Los pacientes con Riley-Day tienden a
morir jóvenes - la mitad antes de llegar a los 30 - debido a sus
heridas.
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