La
 enfermedad produce alteración cognoscitiva, psiquiátrica y motora, de 
progresión muy lenta, durante un periodo de 15 a 20 años. El rasgo 
externo más asociado a la enfermedad es el movimiento exagerado de las 
extremidades y la aparición de muecas repentinas. Además, se hace 
progresivamente difícil el hablar y el tragar. En las etapas finales de 
la enfermedad, la duración de los movimientos se alarga, manteniendo los
 miembros en posiciones complicadas y dolorosas durante un tiempo que 
puede prolongarse hasta horas.
No obstante, los trastornos psíquicos graves, que anteceden 
normalmente a los musculares, son los rasgos característicos de la 
enfermedad. Ésta puede desencadenar episodios depresivos reiterados con 
repercusiones negativas en el entorno de allegados. Las facultades 
cognitivas disminuyen, así como la memoria, y la capacidad de 
concentración empeora. La enfermedad termina en una demencia fuerte, que
 puede conllevar deseos de suicidio.  

 
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